28 oct 2007

El principio del principio del fin del principio

'The Last Waltz'
('El último vals')



AÑO: 1978
DURACIÓN: 117 min.
DIRECTOR: Martin Scorsese
GUIÓN: Martin Scorsese
FOTOGRAFÍA: Michael Chapman, László Kovács, Vilmos Zsigmond, Hiro Narita, Bobby Byrne, David Myers, Michael W. Watkins
MONTAJE: Jan Roblee, Yeu-Bun Yee




Hace unos meses conseguí un videojuego llamado 'Elite Beat Agents' para mi consola Nintendo DS. En principio lo había comprado para mi madre, pero ella no fue capaz de avanzar ni de seguir la mecánica del juego, por lo que empecé a jugarlo yo, ya que no era cuestión de tirar el dinero por el retrete. En pocos días me di cuenta de lo entretenido y original que era (aunque es una adaptación de una versión japonesa inédita en occidente) y lo bien realizado que estaba artísticamente. Imagino que os preguntaréis de qué iba. Pues va de música. Todo tipo de artistas de lengua inglesa, la mayoría estadounidenses, pueden ser escuchados en este juego en el cual tenemos que seguir el ritmo de las canciones mediante la pantalla táctil. Y mediante esta práctica destroza-muñecas no tardé en constatar algo que ya imaginaba: las creaciones más recientes palidecen de un modo increíble frente a los clásicos, y eso que faltan algunos de los imprescindibles, como Bob Dylan o Eric Clapton. Los Rolling Stones se meriendan a Avril Lavigne; Earth, Wind & Fire deja en ridículo a Ashlee Simpson; Cher, sin ser de las peores, no puede con el Freddie Mercury de Queen. La edad de oro del rock & roll y el dance sigue imbatible. Aquella cultura no era simplemente un estilo musical, era un estilo de vida, una filosofía, algo que hoy en día se ha perdido en gran parte frente a la importancia de una apabullante proyección mediática que crea ídolos de barro.

Robbie Robertson es el guitarrista y líder de The BandThe Band fue otro de los grupos más emblemáticos de los 60 y 70, una época en la que el artista plasmaba en sus canciones lo que el pueblo pensaba y sentía. Expresaban en su nombre sus preocupaciones, temores, sueños y esperanzas, pero siempre con los pies en la tierra. Woodstock fue su Meca; la guerra de Vietnam y los políticos, sus demonios; y la canción, en numerosas ocasiones de protesta, su evangelio. Todos los grandes artistas de esa época compartían un espíritu, por lo que no dudaron lo más mínimo a la hora de acompañar a The Band en su último concierto, en San Francisco el 25 de noviembre de 1976. Ese concierto fue llamado El Último Vals.

Un público totalmente entregado disfrutó de magníficas canciones interpretadas por Dr. John, Joni Mitchell, Neil Diamond, Bob Dylan, Ringo Starr, Neil Young, Paul Butterfield, Ronnie Hawkins, Van Morrison, Eric Clapton, Muddy Waters y Ron Wood, aparte de los propios integrantes de The Band (Robbie Robertson, Rick Danko, Richard Manuel, Levon Helm y Garth Hudson). La compenetración y complicidad entre los diferentes artistas fue absoluta, y apenas hubo momentos en los que la gente no aplaudiera y silbara con gran entusiasmo. Y, tras acabar ese intachable recital, llegó el amargo momento de despedir a The Band, ese momento que, aunque todos sabían que llegaría, no impidió al público disfrutar de todo el concierto. Todos los artistas salieron al escenario y cantaron juntos, en un emotivo número que, aunque puede parecer muy predecible a estas alturas, tiene una indiscutible eficacia para dejar claro que todos esos artistas tienen un espíritu común, a pesar de que se dediquen a diferentes estilos musicales.


(De i. a d.) Dr. John, Neil Diamond, Joni Mitchell, Neil Young, Rick Danko, Van Morrison, Bob Dylan y Robbie Robertson interpretan “I Shall Be Released” en uno de los últimos números del musicalPero aquella noche había otro artista en el concierto que no salió al escenario. No se dedica al mundo de la música, sino al del cine, y se llama Martin Scorsese. Con un buen número de cámaras, magníficamente empleadas, como es habitual en él, y que resulta algo muy llamativo en un documental, ya que éste suele ser uno de los factores más descuidados, todo lo mencionado anteriormente es plasmado en la pantalla con una efectividad aplastante. Las declaraciones de los miembros de The Band rodadas a mayores e intercaladas con las actuaciones del concierto resultan un complemento perfecto por concisas, interesantes y de duración perfecta, lo suficiente para dejar totalmente rematado el tema del que hablan sin resultar un escollo para la fluidez musical del film. Relatan datos de sus comienzos hace 16 años (de aquella) y anécdotas de sus diferentes giras y viajes por Estados Unidos. Además, se nos presentan dos colaboraciones musicales grabadas en estudio, una con The Staples y otra con Emmylou Harris, las cuales siguen la tónica del resto, por lo que podrían haber sido parte perfectamente del concierto.

Este plano forma parte de una de las secuencias visualmente más trabajadas del film, aunque en ningún momento, por sencillo que sea, defrauda en ese aspectoSin duda alguna, ésta es una de las peliculas más infravaloradas e injustamente desconocidas de Martin Scorsese. Es cierto que yo no conocía de nada a algunos de los artistas que se nos muestran, pero con una sola actuación me dejaron claro el talento que todos ellos tienen. Scorsese también lo deja claro rodando la que está considerada una de las mejores películas sobre el rock & roll de todos los tiempos gracias a su increíble apartado musical, excelente montaje e inusitado trabajo visual para un documental, tanto en la utilización de la cámara como en la iluminación. Ojalá pudiera ver esta película en una sala de cine, porque tiene que ser una experiencia que deja marcado a cualquiera, incluso más de lo que ya ha logrado conmigo con mi antiguo equipo de altavoces y el pequeño televisor de mi habitación.

21 oct 2007

Cualquier tiempo pasado fue mejor

'The Last Picture Show'
('La última película')



AÑO: 1971
DURACIÓN: 118 min.
DIRECTOR: Peter Bogdanovich
GUIÓN: Peter Bogdanovich, Larry McMurtry (Novela: Larry McMurtry)
FOTOGRAFÍA: Robert Surtees
MONTAJE: Donn Cambern
PRINCIPALES INTÉRPRETES: Jeff Bridges, Ben Johnson, Cloris Leachman, Timothy Bottoms, Cybill Shepherd, Ellen Burstyn, Randy Quaid, Sharon Taggart, Eileen Brennan, Sam Bottoms, Clu Gulager




Peter Bogdanovich radiografió a la adolescencia norteamericana dos años antes de que George Lucas lo hiciera con American Graffiti, y dotó a su película de un tono más serio y reflexivo, además de incluir un espectro más extenso de la población, no sólo jóvenes, aunque ellos sean los principales protagonistas de la historia.

Sonny (T. Bottoms) y Duane (J. Bridges) verán cómo en medio de esta ola de cambios su amistad será puesta a prueba por culpa de una jovenEl cambio, en múltiples aspectos, es el principal tema de la película (basada en la novela homónima de Larry McMurtry): la popularización de la televisión y su repercusión en el cine, gente que pasa de la pobreza a vivir de forma acomodada gracias al petróleo, las nuevas costumbres de los jóvenes (la liberación sexual es especialmente importante) y, sobre todo, el paso de la adolescencia a la juventud, con la consiguiente maduración, que en unas ocasiones es bastante, y en otras casi nada. En cuanto a los cambios experimentados por los propios personajes, la película se centra en cuestiones sentimentales, uno de los aspectos que suelen marcar la entrada en la edad adulta. Como todos los adolescentes, los de esta película se encuentran muy perdidos, sobre todo en ese pequeño pueblo en el que viven. No saben muy bien en qué invertir el tiempo, carecen de planes de futuro y el sexo empieza a ocupar un papel en sus vidas que nunca habían imaginado. No todos reaccionan de un modo maduro ante la proliferación de las hormonas, muchos se lo toman más como un juego y adoptan actitudes falsas al relacionarse con sus parejas, por lo que se nota que carecen de verdadera experiencia en ese aspecto (no parecen personajes malvados como para hacerlo a sabiendas). Como suele ser habitual, relacionan la pérdida de la virginidad con convertirse en adultos, con la independencia y todos los derechos que ello conlleva, por lo que anhelan perderla cuanto antes para no estar anclados en esa adolescencia. Pero, aunque quieren alcanzar la mayoría de edad cuanto antes, no todos los jóvenes viven mal en este pueblo, ya que el descubrimiento de petróleo supuso un cambio radical en estas familias provincianas, permitiendo a algunos de sus padres ganar ingentes cantidades de dinero con sus terrenos; unas fortunas que, aunque pueden servir de consuelo a ciertos habitantes, ni mucho menos les proporcionan la felicidad a los adultos, ya que casi todos se encuentran, o cuando menos así se sienten, increíblemente solos y frustrados al tener la sensación de que ahora sí que se están haciendo viejos y que se perdieron muchísimas cosas en su juventud, la cual rememoran numerosas veces. En ocasiones, algunos, como Sam (Ben Johnson) o Genevieve (Eileen Brennan), se compadecen de los jóvenes, imaginando las vidas que les esperan (y que les dejan en herencia), al menos si siguen en ese pueblo, lo que se nota en su modo tan desinteresado de ayudarles o darles consejo. Por contraste, otros habitantes no parecen confiar demasiado en las nuevas generaciones debido a su modo tan desenfadado de llevar el día a día, en contraste con la más que probable tormentosa juventud que las generaciones anteriores vivieron en su momento.

Sam (B. Johnson) intentará que los jóvenes del pueblo encaminen lo mejor posible unas vidas que parecen no ir a ninguna parte por el momentoPeter Bogdanovich otorga un tono a la película incluso más melancólico y nostálgico que el de la propia novela, en especial con el estilo tan pausado y contemplativo que tiene, mostrando un pueblo desierto que bien podría ser el de una película del oeste, y con varios planos fijos de unos paisajes sin una sola alma, remarcando con ellos el paso del tiempo (una población que una vez estuvo llena de vida, ahora, tras varias décadas, está casi vacía). La fotografía se convierte en un elemento esencial para rematar la sensación de nostalgia, con esa elección del blanco y negro evocando épocas pasadas en las que, entre otras diferencias, el propio cine no era dominado por la televisión como medio de ocio para masas. Los primeros planos son muy numerosos en la película (algunos, además, son subjetivos de algún personaje), tanto de individuos como de objetos, y Robert Surtees logra realzarlos con su labor de iluminación y enfoque haciéndolos muy impactantes, siendo un claro ejemplo la sencilla escena del funeral o los primeros planos de los habitantes del pueblo mostrados tras el accidente de coche, mientras que los planos largos son escasos y están casi todos relegados al pueblo (para mostrar lo desierto que está) y los viajes en carretera. La banda sonora, con temas escogidos de la época, algunos de varios años atrás, también es un refuerzo a la sensación de nostalgia.

Ruth (C. Leachman) es la sufridora por excelencia del pueblo; casada con el arisco entrenador de fútbol del instituto, iniciará una relación como última vía posible de escape en su vidaMuchos actores, entonces casi desconocidos, tuvieron esta película como trampolín para sus carreras: Jeff Bridges, Ellen Burstyn, Cloris Leachman, Timothy Bottoms... Entre todos ellos destaca el veterano Ben Johnson, que supo aportar el carisma y la cercanía que su personaje, Sam 'El león', esa especie de sabio del pueblo del que todos se fían y al que aprecian en gran medida, necesitaba por encima de todos los demás. Además, una por entonces joven Cybill Shepherd se estrenó en esta película como actriz con esa suerte de papel de femme fatale, esa joven que encandila a montones de chicos, y no tan chicos, sin saber ella misma qué quiere en esta vida, disfrutando con la simple manipulación de los demás de un modo totalmente irresponsable e inmaduro.

Como todos sabemos, los años 70 destacaron por un cine estadounidense de marcada tendencia realista, oscura y de análisis profundos del ser humano en sus diversas facetas (Taxi Driver, The Godfather, The Deer Hunter...), y este film de Peter Bogdanovich es una de las primeras y mejores muestras de ese cine dedicado a radiografiar al género humano, en este caso en el ambiente de un pequeño pueblo en una época con numerosos cambios. Sin duda, esos adolescentes serán los reyes de la función en su localidad durante una temporada, pero todo cambiará, porque ya sabemos que la adolescencia es una enfermedad que se cura con el paso del tiempo.

13 oct 2007

Creo que he tenido un déjà vu (o varios)

'El orfanato'



AÑO: 2007
DURACIÓN: 100 min.
DIRECTOR: Juan Antonio Bayona
GUIÓN: Sergio G. Sánchez
BANDA SONORA: Fernando Velázquez
FOTOGRAFÍA: Óscar Faura
MONTAJE: Elena Ruiz
PRINCIPALES INTÉRPRETES: Belén Rueda, Fernando Cayo, Géraldine Chaplin, Roger Príncep, Mabel Rivera, Montserrat Carulla, Andrés Gertrúdix, Edgar Vivar




El género de terror es uno de los que más se han ramificado en las últimas décadas en el cine occidental, creando todo tipo de subgéneros, algunos de ellos en peligro de extinción actualmente. Por ejemplo, el género tan popular entre los adolescentes, el “slasher”, iniciado por Tobe Hooper con The Texas Chainsaw Massacre, el cual ha evolucionado en los últimos años tendiendo más aún al “gore” y a la inclusión de escenas de sexo gratuito; también tenemos las películas “de sustos”, basadas en simples sobrecogimientos del espectador gracias a golpes de música y el componente visual; esa curiosa mezcla entre thriller y película de terror que tan popular se hizo gracias a The Sixth Sense aún sigue pululando entre las estanterías del videoclub; y no podemos olvidar a las verdaderas películas de terror, aquellas que provocan una sensación de verdadero pavor gracias al componente psicológico, al emocional y, en ocasiones, al ideológico (The Exorcist evidentemente no provocará el mismo miedo a alguien profundamente creyente y a un ateo convencido). Este último grupo está en clara decadencia simplemente porque es el más difícil de alcanzar; hoy en día se tiende al terror adolescente, no siempre estrictamente un “slasher”, y a copiar el modelo oriental, es decir, a realizar lo más sencillo y a copiar fórmular ya probadas. En el cine español vemos pocos ejemplos de este género, siendo la mayoría thrillers de producción y guión increíblemente pobres o “slashers” que sólo resultan una burda copia de otro estadounidense. Por este motivo es normal que el debut de Juan Antonio Bayona en el largometraje levantara tantas expectativas, y más aún al estar apadrinado por Guillermo del Toro.

Laura decide rehabilitar su antiguo orfanato, pero no imagina que aún quedan espantosos restos del pasado en ese lugarLa película comienza de un modo bastante prometedor con un sencillo prólogo que nos situará en el contexto emocional de Laura, una niña adoptada y que a su vez ha adoptado a otro niño, el cual además padece VIH. Un día su marido y ella deciden convertir su antiguo orfanato en una residencia para niños discapacitados, por lo que reforman todo el inmueble y lo dejan casi como nuevo. Pero en esa casa habita algo desde hace muchos años, y su hijo será el principal objetivo de esa fantasmagórica presencia.

La verdadera historia no tarda mucho en arrancar, y tenemos un ritmo bien dosificado a lo largo de los 100 minutos que emplea la película en narrarnos esta historia de espíritus. También se esfuerzan en mostrarnos los excelentes medios de producción de los cuales dispusieron, casi siempre muy bien aprovechados, si exceptuamos la banda sonora. Fernando Vázquez realizó una notable composición desaprovechada como pocas veces se ha visto. Juan Antonio Bayona demuestra no saber emplear correctamente la música en casi ninguna escena. Desde falta de sincronización entre la imagen y las notas hasta el representar sentimientos opuestos una y otra sin pretenderlo claramente. Y éste es uno de los grandes fallos de la película, cuando Bayona pretende invocar un sentimiento en el espectador y crea justo el opuesto. Aquí resulta muy representativa la escena de Belén Rueda en la cama, momento en el que Bayona pretende provocar un susto precedido por un largo momento de tensión y lo único que logra es que el espectador se sienta tratado como un imbécil ya que sabe perfectamente desde mucho tiempo antes lo que va a ocurrir. ¿Y por qué está tan seguro de lo que va a suceder? Simple y llanamente porque El orfanato es de todo menos algo nuevo. Cada escena mínimamente lograda de este film ya la hemos presenciado en, al menos, otros tres. La sensación de “esto ya lo he visto” difícilmente desaparecerá del espectador en cualquier momento. Incluso el título se ajusta sobremanera a los cánones del género (un artículo determinado seguido de un sustantivo común, evocando la cualidad de uno entre un millón de aquello que designa).


La creciente ridiculez del personaje de la médium resulta increíble, a pesar de un correcto trabajo por parte de Geraldine ChaplinUn simple cóctel de escenas, como mucho inquietantes, de diversas películas de terror, casi todas bastante mejores que ésta, es lo que presenciaremos en pantalla si nos animamos a ver esta película. Y además aderezadas con unos cuantos diálogos poco creíbles, o incluso ridículos, como casi todo lo que sale de boca de la médium interpretada por Geraldine Chaplin, la cual no es capaz de salvar a ese patético personaje a pesar de su convincente trabajo. El resto de intérpretes sí logran sacar a flote a los diferentes estereotipos que les tocan (por su personalidad o papel dentro de la historia) aun con la superficialidad de la que casi todos hacen gala. Belén Rueda es la única que cuenta con un personaje mínimamente desarrollado, aunque sigue respondiendo al habitual modelo de “personaje que ve montones de fenómenos paranormales pero al que nadie cree”, mientras que el de Mabel Rivera resulta más simple que una hoja de papel.

Los espíritus que pueblan el antiguo orfanato no le dejarán a Laura otra salida que la de participar en su macabro juegoEn cuanto al estilo de terror pretendido, se encuentra a medio camino entre los sustos y el verdadero pavor. El apartado visual es casi siempre el empleado para pretender que el espectador tiemble, saliendo, por lo general, más mal que bien parado, porque la mayoría de ellos se intuyen bastantes segundos antes. Y las secuencias que pretenden infundir el miedo de un modo más profundo y pausado, que son pocas, se suelen quedar a medio gas, sobre todo por el desaprovechamiento del niño de la bolsa en la cabeza, el cual podría haber provocado muchas sorpresas desagradables, en especial en su tramo final. Pese a todo, hay un par de escenas que sí cumplen estupendamente en ese sentido, aunque son la clara excepción al “quiero y no puedo” que puebla casi toda la película.

En España ya estamos acostumbrados a que nuestras películas sean promocionadas a bombo y platillo por los medios de comunicación, ya que son ellos los que las producen en buena parte, y ésta no iba a ser la excepción. Pero, como ya sucedió con Alatriste, por ejemplo, vuelve a haber muchísimo ruido y poquísimas nueces. Y es que esta correcta historia de sucesos paranormales en la que se nos anima a creer en el más allá y no en la ciencia o nuestros sentidos (su final es muy representativo en ese aspecto) se disfruta fácilmente, se digiere aún más fácilmente y se olvida incluso más fácilmente.

7 oct 2007

Otros dos proyectos interesantes

Hace pocos días vi estos tráilers de un par de películas a las que creo que debemos seguir la pista porque quizás nos llevemos una agradable sorpresa con ellas, así que los comparto con vosotros esperando que no os defrauden:



'Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street'


Director: Tim Burton
Guionista: John Logan
Fotografía: Dariusz Wolski
Montaje: Chris Lebenzon
Principales intérpretes: Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Alan Rickman, Timothy Spall, Sacha Baron Cohen





Tim Burton vuelve a los oscuros universos que le caracterizan con este film basado en un famoso musical de Broadway que narra la historia de Benajmin Barker, también conocido como "Sweeney Todd", un siniestro personaje que tiene una barbería en Londres donde la navaja de afeitar apura demasiado.

Estreno en EE.UU.: 21 de diciembre
Estreno en España: 15 de febrero
Estreno en Argentina: 17 de enero



'La habitación de Fermat'


Director: Luis Piedrahita y Rodrigo Sopeña
Guionista: Luis Piedrahita y Rodrigo Sopeña
Banda sonora: Federico Jusid
Fotografía: Miguel Ángel Amoedo
Montaje: Jorge Macaya
Principales intérpretes: Lluís Homar, Santi Millán, Alejo Sauras, Elena Ballesteros, Federico Luppi




Piedrahita y Sopeña, dos humoristas de la televisión conocidos gracias a programas como "El hormiguero" o "El club de la comedia", realizan su debut en el cine con este prometedor largometraje en el que un grupo de matemáticos son invitados por el señor Fermat a su casa con el pretexto de un intercambio de conocimientos. Pero la realidad será muy distinta, ya que sus habilidades serán puestas a prueba a fin de que puedan salvar sus vidas.

Estreno en EE.UU.: sin determinar
Estreno en España: 16 de noviembre
Estreno en Argentina: sin determinar

Limpiando las calles

'The Brave One'
('La extraña que hay en ti')



AÑO: 2007
DURACIÓN: 119 min.
DIRECTOR: Neil Jordan
GUIÓN: Roderick Taylor, Bruce A. Taylor, Cynthia Mort
BANDA SONORA: Dario Marianelli
FOTOGRAFÍA: Philippe Rousselot
MONTAJE: Tony Lawson
PRINCIPALES INTÉRPRETES: Jodie Foster, Terrence Howard, Naveen Andrews, Nicky Katt, Mary Steenburgen




La venganza es un instinto increíblemente arraigados en el alma humana, por desgracia. Siempre ha resultado uno de nuestros mayores defectos, origen de numerosos baños de sangre e injusticias de todo tipo a lo largo de la historia de nuestra especie. Esas ganas de provocar daño con el simple objetivo de disfrutar con ello, camuflándolo muchas veces de “justicia” (la propia justicia del siempre discutible sistema penitenciario se convierte en diversas ocasiones en un simple acto de venganza), son una verdadera aberración desde el punto de vista moral, algo que deberíamos tratar de eliminar de nuestra condición humana, o al menos controlar, y la locutora de radio Erica Bain no es capaz de ello cuand experimenta esa sed de venganza tras recibir de una pandilla una paliza en la que su novio muere, y ella queda en coma durante varias semanas.

Las felices vidas de Erica y David quedarán destrozadas tras la paliza propiciada por parte de una pandillaLa película nos muestra un número muy reducido de personajes importantes, teniendo sólo dos verdadera relevancia a lo largo de todo el metraje: la propia Erica y el detective Mercer, encargado del asesinato de su novio, David. Los dos están bien perfilados, con diálogos creíbles y bien escritos, una sensación de soledad emocional que comparten (él está tristemente divorciado) y derrochando carisma dentro y fuera de sus trabajos. La tensión emocional que surge entre ambos, aunque pueda parecer forzada por el destino al que llegado un cierto punto imaginamos que los conducirá (por suerte no es así), es introducida de un modo pausado y muy natural. Los dos buscan a alguien con quien compartir emociones y pensamientos, por lo que la confianza que Mercer deposita en Erica, la cual podría parecer ilógica en otras circunstancias, se nos hace reconocible a casi todos. Pero ambos saben perfectamente dónde marcar el límite, al menos por el momento.

Noches violentas y días grises y tristes serán la nueva rutina de vida para ellaEmpezamos con unos personajes trabajados y seguimos con una historia muy bien narrada que comienza estupendamente, se desarrolla sin problema alguno y termina con una escena que casi lo estropea todo, no a nivel narrativo, siempre intachable, sino en el aspecto ideológico. Ya durante los actos de venganza-“justicia” de Erica es probable que a más de uno lo mosquee que casi todos los delincuentes, aunque tampoco sean un gran número, pertenezcan a etnias diferentes a la caucásica. El racismo parece bastante claro en esas ocasiones, pero cuando menos no hay diálogo alguno que haga hincapié en ello. Pero si esto ya parece un punto en contra, peor es el presenciar un final que defiende la venganza llevada a cabo por Erica, o al menos no la condena, a pesar de las muertes ocasionadas. La reacción de Mercer es creíble teniendo en cuenta la profunda amistad que los unía, pero la visión dada de los acontecimientos deja de lado toda condena de los actos perpetrados por Erica. Simplemente seguirá con su vida, como si lo ocurrido no fuese una profunda lacra moral. Los conflictos internos mostrados anteriormente debidos a la violencia que surge en ella desaparecen cuando realiza la mayor matanza de todas, totalmente ilógico. Queda claro que los guionistas supieron crear unos personajes magníficos y carismáticos junto con un argumento interesante, pero no concluirlo de un modo convincente e ideológicamente alabable o neutro, a pesar de que esté magníficamente narrado.

Dos personas que se sienten solas y que trabarán una importante amistad: Erica y MercerUn guión con una de cal y otra de arena contrasta con una dirección por parte de Neil Jordan muy adecuada para esta historia, con momentos inspirados, algo a lo que este director ya nos tiene acostumbrados. Una fotografía llena de oscuros sirve para mostrar cómo se apaga la llama vital de la protagonista, además de resultar un adecuado marco para situar la delincuencia que puebla buena parte del film. Dario Marianelli compuso una banda sonora eficaz para estos ambientes mostrados. Y el gran sentido del ritmo, que no decae en ningún momento, resulta la excelente guinda para que la labor del director irlandés esté a la altura, si exceptuamos la reiterativa tendencia a tambalear la cámara hacia los lados, algo que funciona muy bien en algunas escenas, pero en otras no añade absolutamente nada. De todos modos, está claro que éste no es uno de sus grandes proyectos personales, y no sólo se confirma tras haberlo visto, ya que existe un claro detalle que nos lo puede hacer intuir: Stephen Rea no forma parte del reparto. Casi todas las grandes películas de Jordan incluyen a este actor entre sus intérpretes, como por ejemplo 'The Crying Game', 'Michael Collins' o 'The End of the Affair'. Pese a todo, su labor se agradece a todas luces, igual que la de sus dos intérpretes principales, Jodie Foster, mostrando gran carisma y dolor contenido, como Erica y Terrence Howard (a este emergente actor hay que seguirle muy bien la pista) como Mercer. También podemos ver a la casi olvidada Mary Steenburgen, en un personaje de escasa importancia o profundidad, y a Naveen Andrews en una aparición breve como David.

¿Es 'The Brave One' una gran película? No, ni muchísimo menos. Su carga ideológica es un claro punto en contra que la imposibilita para ello. ¿Es entonces una película a desechar? Ni tanto ni tan poco. El trabajo de Jordan y el de los dos intérpretes principales son motivos suficientes para darle una oportunidad a este film, que a un servidor le hizo disfrutar de dos horas de cine, a pesar de la molestia de las citadas escenas poco destacables por su mensaje, sobre todo la conclusión, que puede dejar a más de uno con un sabor agridulce, ya que, como todos sabemos, el final es un elemento muy importante. Y es que a estos guionistas les convendría ir a un seminario como el impartido por McGee (Brian Cox) en 'Adaptation' para saber cómo rematar correctamente una historia, aunque fuese a golpe de manual de guionista.