13 oct 2007

Creo que he tenido un déjà vu (o varios)

'El orfanato'



AÑO: 2007
DURACIÓN: 100 min.
DIRECTOR: Juan Antonio Bayona
GUIÓN: Sergio G. Sánchez
BANDA SONORA: Fernando Velázquez
FOTOGRAFÍA: Óscar Faura
MONTAJE: Elena Ruiz
PRINCIPALES INTÉRPRETES: Belén Rueda, Fernando Cayo, Géraldine Chaplin, Roger Príncep, Mabel Rivera, Montserrat Carulla, Andrés Gertrúdix, Edgar Vivar




El género de terror es uno de los que más se han ramificado en las últimas décadas en el cine occidental, creando todo tipo de subgéneros, algunos de ellos en peligro de extinción actualmente. Por ejemplo, el género tan popular entre los adolescentes, el “slasher”, iniciado por Tobe Hooper con The Texas Chainsaw Massacre, el cual ha evolucionado en los últimos años tendiendo más aún al “gore” y a la inclusión de escenas de sexo gratuito; también tenemos las películas “de sustos”, basadas en simples sobrecogimientos del espectador gracias a golpes de música y el componente visual; esa curiosa mezcla entre thriller y película de terror que tan popular se hizo gracias a The Sixth Sense aún sigue pululando entre las estanterías del videoclub; y no podemos olvidar a las verdaderas películas de terror, aquellas que provocan una sensación de verdadero pavor gracias al componente psicológico, al emocional y, en ocasiones, al ideológico (The Exorcist evidentemente no provocará el mismo miedo a alguien profundamente creyente y a un ateo convencido). Este último grupo está en clara decadencia simplemente porque es el más difícil de alcanzar; hoy en día se tiende al terror adolescente, no siempre estrictamente un “slasher”, y a copiar el modelo oriental, es decir, a realizar lo más sencillo y a copiar fórmular ya probadas. En el cine español vemos pocos ejemplos de este género, siendo la mayoría thrillers de producción y guión increíblemente pobres o “slashers” que sólo resultan una burda copia de otro estadounidense. Por este motivo es normal que el debut de Juan Antonio Bayona en el largometraje levantara tantas expectativas, y más aún al estar apadrinado por Guillermo del Toro.

Laura decide rehabilitar su antiguo orfanato, pero no imagina que aún quedan espantosos restos del pasado en ese lugarLa película comienza de un modo bastante prometedor con un sencillo prólogo que nos situará en el contexto emocional de Laura, una niña adoptada y que a su vez ha adoptado a otro niño, el cual además padece VIH. Un día su marido y ella deciden convertir su antiguo orfanato en una residencia para niños discapacitados, por lo que reforman todo el inmueble y lo dejan casi como nuevo. Pero en esa casa habita algo desde hace muchos años, y su hijo será el principal objetivo de esa fantasmagórica presencia.

La verdadera historia no tarda mucho en arrancar, y tenemos un ritmo bien dosificado a lo largo de los 100 minutos que emplea la película en narrarnos esta historia de espíritus. También se esfuerzan en mostrarnos los excelentes medios de producción de los cuales dispusieron, casi siempre muy bien aprovechados, si exceptuamos la banda sonora. Fernando Vázquez realizó una notable composición desaprovechada como pocas veces se ha visto. Juan Antonio Bayona demuestra no saber emplear correctamente la música en casi ninguna escena. Desde falta de sincronización entre la imagen y las notas hasta el representar sentimientos opuestos una y otra sin pretenderlo claramente. Y éste es uno de los grandes fallos de la película, cuando Bayona pretende invocar un sentimiento en el espectador y crea justo el opuesto. Aquí resulta muy representativa la escena de Belén Rueda en la cama, momento en el que Bayona pretende provocar un susto precedido por un largo momento de tensión y lo único que logra es que el espectador se sienta tratado como un imbécil ya que sabe perfectamente desde mucho tiempo antes lo que va a ocurrir. ¿Y por qué está tan seguro de lo que va a suceder? Simple y llanamente porque El orfanato es de todo menos algo nuevo. Cada escena mínimamente lograda de este film ya la hemos presenciado en, al menos, otros tres. La sensación de “esto ya lo he visto” difícilmente desaparecerá del espectador en cualquier momento. Incluso el título se ajusta sobremanera a los cánones del género (un artículo determinado seguido de un sustantivo común, evocando la cualidad de uno entre un millón de aquello que designa).


La creciente ridiculez del personaje de la médium resulta increíble, a pesar de un correcto trabajo por parte de Geraldine ChaplinUn simple cóctel de escenas, como mucho inquietantes, de diversas películas de terror, casi todas bastante mejores que ésta, es lo que presenciaremos en pantalla si nos animamos a ver esta película. Y además aderezadas con unos cuantos diálogos poco creíbles, o incluso ridículos, como casi todo lo que sale de boca de la médium interpretada por Geraldine Chaplin, la cual no es capaz de salvar a ese patético personaje a pesar de su convincente trabajo. El resto de intérpretes sí logran sacar a flote a los diferentes estereotipos que les tocan (por su personalidad o papel dentro de la historia) aun con la superficialidad de la que casi todos hacen gala. Belén Rueda es la única que cuenta con un personaje mínimamente desarrollado, aunque sigue respondiendo al habitual modelo de “personaje que ve montones de fenómenos paranormales pero al que nadie cree”, mientras que el de Mabel Rivera resulta más simple que una hoja de papel.

Los espíritus que pueblan el antiguo orfanato no le dejarán a Laura otra salida que la de participar en su macabro juegoEn cuanto al estilo de terror pretendido, se encuentra a medio camino entre los sustos y el verdadero pavor. El apartado visual es casi siempre el empleado para pretender que el espectador tiemble, saliendo, por lo general, más mal que bien parado, porque la mayoría de ellos se intuyen bastantes segundos antes. Y las secuencias que pretenden infundir el miedo de un modo más profundo y pausado, que son pocas, se suelen quedar a medio gas, sobre todo por el desaprovechamiento del niño de la bolsa en la cabeza, el cual podría haber provocado muchas sorpresas desagradables, en especial en su tramo final. Pese a todo, hay un par de escenas que sí cumplen estupendamente en ese sentido, aunque son la clara excepción al “quiero y no puedo” que puebla casi toda la película.

En España ya estamos acostumbrados a que nuestras películas sean promocionadas a bombo y platillo por los medios de comunicación, ya que son ellos los que las producen en buena parte, y ésta no iba a ser la excepción. Pero, como ya sucedió con Alatriste, por ejemplo, vuelve a haber muchísimo ruido y poquísimas nueces. Y es que esta correcta historia de sucesos paranormales en la que se nos anima a creer en el más allá y no en la ciencia o nuestros sentidos (su final es muy representativo en ese aspecto) se disfruta fácilmente, se digiere aún más fácilmente y se olvida incluso más fácilmente.

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