12 ago 2007

La eterna búsqueda de la belleza

'Morte a Venezia'
('Muerte en Venecia')



AÑO: 1971
DURACIÓN: 127 min.
DIRECTOR: Luchino Visconti
GUIÓN: Luchino Visconti, Nicola Badalucco (Novela: Thomas Mann)
FOTOGRAFÍA: Pasqualino De Santis
MONTAJE: Ruggero Mastroianni
PRINCIPALES INTÉRPRETES: Dirk Bogarde, Silvana Mangano, Björn Andersen, Marisa Berenson, Mark Burns, Romolo Valli




Aschenbach esperaba tener una estancia tranquila en Venecia, pero Tadzio lo hará difícilAdaptar una obra de un genio como Thomas Mann es, a todas luces, una empresa nada sencilla, por lo que Visconti asumió grandes riesgos atreviéndose a llevarla a cabo. La sensibilidad y el perfeccionismo de los que hace gala este director demuestran ser un excelente complemento al inmenso talento narrativo del escritor, lo que hace que nos encontremos ante una obra increíblemente compleja y profunda, imposible de analizar en todos sus aspectos. Nada es gratuito en ella, todo tiene un sentido, un papel que busca complementar y enriquecer la ya de por sí magnífica historia de Mann. Eso sí, Visconti decidió realizar una serie de cambios en ella respecto al texto original que le facilitaron la expresión en este medio cinematográfico.

El film nos narra la historia de Gustav Von Aschenbach, un reputado compositor alemán de alta cuna que atraviesa una crisis personal y profesional: su última obra fue un completo fracaso, su hija ha muerto y, para más inri, su salud no atraviesa una buena etapa. Por dichos motivos decide tomarse una etapa de reposo en Venecia, alejado de su entorno habitual. Pero su estancia será de todo menos relajante, ya que un joven y angelical muchacho de rubios rizos, Tadzio, provocará en él una atracción enfermiza que le irá consumiendo, además de ver cómo la decadencia no alcanza sólo su vida, sino a la propia ciudad de Venecia en forma de epidemia. Aschenbach recordará a lo largo de todos estos sucesos, con diversos flashbacks, varios momentos de su vida y, sobre todo, el principal motivo que impulsó su carrera como compositor: la búsqueda de la máxima belleza a través del arte.


La escena del prostíbulo es uno de los escasos puntos débiles del filmLos que hayan leido el clásico de Mann ya habrán notado uno de los grandes cambios llevados a cabo por Visconti: Aschenbach pasa de ser un escritor a ser compositor. Esta modificación permite al director italiano realizar un paralelismo bastante libre y ligero entre el protagonista y el célebre compositor Gustav Mahler. La banda sonora está compuesta únicamente por música de este maestro, una referencia directa a este parecido entre ambos personajes. Los puristas no quedarán demasiado satisfechos con la adaptación por estos motivos, pero no debemos olvidar que estamos trasladando una historia de un medio a otro completamente diferente. El cine poco tiene que ver con el teatro, así que con la novela menos aún. Lo importante al adaptar un texto no es ser fiel palabra por palabra, sino conservar el espíritu de la obra original, y Visconti lo ha logrado por completo. La belleza y la inevitable decadencia debida al paso de los años son los temas en torno a los cuales gira la película. Aschenbach lleva toda su vida intentando lograr la más bella expresión a través de la música, y ha logrado obras muy aplaudidas, pero su vertiente increíblemente racional sobre el tema hace que sus composiciones sean previsibles y nada apasionadas, por lo que la gente se cansa de escuchar siempre los mismos esquemas. El personaje del compañero compositor (quizás una especie de discípulo) añadido en los flashbacks de la película es un modo de escenificar esa lucha entre la pasión y el raciocinio. Esta suerte de plasmación del mismo dilema que planteó Jane Austen en 'Juicio y sentimiento' es uno de los escasos puntos débiles de la película. Ese compañero salido de la nada está únicamente para reprocharle a Aschenbach su ausencia de pasión cuando compone. Nada sabemos de él, y nada aporta aparte de la confrontación ya citada. Un modo pobre de mostrarnos la eterna lucha interior de un artista entre sus prejuicios e ideas y sus sentimientos. Aschenbach no libra esas grandes batallas ya que él siempre se ha inclinado por la vertiente más racional y esquematizada. Cohibido y emocionalmente reprimido, como mandaban los cánones de la alta sociedad de aquella época, y con diversas crisis (profesional, familiar y de salud) que no han hecho más que acrecentar, si cabe, su frialdad y distanciamiento del resto de la sociedad, Aschenbach vive en un estado de permanente melancolía y sin grandes ilusiones o esperanzas, hasta que un día ve en Venecia a un joven rubio que le atrae con gran intensidad. En Tadzio ve la belleza que ha estado intentando hallar todos estos años sin éxito. La atracción no será sólo de índole visual, sino que llegará al plano físico, aunque no llegue a consumarse. Por este motivo sentirá que está acercándose peligrosamente a la perversión, así que decidirá marcharse de la ciudad, pero un imprevisto con su equipaje lo obligará a quedarse algunos días más en la ciudad de los canales. El plano de su vuelta al hotel es muy destacable, con esa sonrisa que denota su ilusión por poder seguir viendo a Tadzio. Piensa que no es lo correcto, pero no le queda otra elección, así que, gracias a esa excusa, no se siente culpable. ¿Quién no se ha arreglado más de lo habitual cuando conoce a alguien que le resulta especialmente atractivo? Nuestro compositor no será la excepción, e intentará recuperar su juventud, aunque sea en vano. Los últimos planos muestran claramente que uno de los motivos de su máxima decadencia es ese intento de ocultar algo inevitable como es el paso del tiempo y la degradación que conlleva. Pero Aschenbach no es el único que sufre especialmente del paso del tiempo. La propia Venecia atraviesa un mal momento debido a una plaga que se extiende inevitablemente. Las autoridades intentan ocultarlo para no ahuyentar a los turistas, principal fuente de ingresos de la ciudad. Aschenbach logrará enterarse a pesar de todo, y estará tentado a alertar a Tadzio, aunque finalmente no lo hará por el placer de poder seguir viéndolo. La plaga irá destrozando la ciudad, así que los turistas comienzan a abandonarla hasta que la playa, el lugar donde Aschenbach disfrutó más veces del visionado de Tadzio, queda casi desierta. Allí, en medio de la nada, será donde nuestro compositor disfrute de la máxima expresión de la belleza, de la imagen más hermosa que ha visto en su vida, mientras él mismo se consume definitivamente entre el sudor y las gotas del tinte con el cual intentó ocultar su propia degradación.

Visconti ha logrado una obra increíblemente perfeccionista, más allá del profundo calado de su historia. Su perfección técnica es innegable, desde la intachable ambientación de la Venecia de principios del siglo XX hasta la fotografía de Pasqualino de Santis. No sólo Aschenbach buscó la belleza en su máxima expresión, sino que el propio Visconti intentó que su película la rezumase por los cuatro costados. La fotografía, exquisita y preciosista a más no poder, busca resaltar la imagen en su vertiente más estética, sin grandes simbolismos. La película trata sobre eso, la esencia de la belleza, por lo que el realzamiento estético tiene un doble sentido en este caso, intentando lograr lo mismo que Aschenbach. Las obras del genial Gustav Mahler resultan un complemento perfecto para esta historia. La melancolía y el pesimismo imperantes en todo el metraje, aunque con algunos momentos alegres, están magníficamente acompañados por la música del maestro austriaco. Visconti tuvo una gran idea al apoyarse en este compositor tanto para el personaje principal como para la banda sonora. Aunque también cometió un error en la tónica general de la película al añadir el recuerdo de la escena del prostíbulo, intentando desterrar la atracción homosexual entre Aschenbach y Tadzio. La deliciosa ambigüedad de la novela es puesta en entredicho en esta obra, un fallo por parte del director. Lo cierto es que dicha escena no es suficiente como para echar por tierra la vertiente homosexual de Aschenbach, lo que puede hacer a la película contradictoria en ciertos segmentos. Los juegos de manos entre Tadzio y otro joven para provocar al compositor son una ligera muestra del extremo opuesto, así que dicha ambigüedad sigue latente aunque se intente echar a un lado.


Tadzio, la belleza absoluta para AschenbachDirk Bogarde consiguió el papel de su vida con esta película, y jamás ha estado mejor. Logra encarnar de un modo magistral al apocado y afligido compositor, mostrando en todo momento su decadencia emocional. También podemos vislumbrar en el reparto a Björn Andrésen encarnando al joven Tadzio, Marisa Berenson en su debut en el cine o Silvana Mangano. Mención especial para Romolo Valli, que se muestra como un exquisito gerente de hotel, entre la condescendencia y la adulación hacia el protagonista.


¿Qué es la belleza? Difícil describirla. Todos hemos la hemos encontrado cuando menos lo esperábamos, ya fuese en la música, la literatura, la pintura... o en otras personas, posiblemente la más maravillosa y perfecta de todas. Cada uno la ve en un sitio diferente, y algunos dedican su vida a buscarla. A veces gracias a su pasión, otras con su vertiente más racional. Thomas Mann quiso mostrar esto en su novela, junto a la degradación tanto de la sociedad de aquella época como del propio ser humano con el paso del tiempo, tanto física como emocional. Visconti ha logrado plasmar en imágenes la obra original con una exquisitez asombrosa. Tiene sus pequeños fallos, es cierto, casi todos en los flashbacks, pero globalmente nos hallamos ante una obra profunda y perfeccionista como pocas. ¿Es usted de los que quieren encontrar la belleza? Pues no busque más por un tiempo, vea esta película y habrá encontrado un grandísimo exponente.




Dedicada a Liliana, a la que debo el poder escribir estas críticas y haber abierto el blog.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El día que vi esta película por primera vez, me quedé como un tonto con la boca abierta durante los primeros 20 minutos. Jamás me había pasado algo parecido. Pero jamás había visto algo parecido tampoco, algo tan GRANDE. Vi la película y lloré.

Cada vez que vuelvo a ver esta película, vuelvo a emocionarme y a llorar. Cada vez que la recuerdo, ídem. Cada vez que escucho al maetro Mahler, ya no puedo hacerlo sin recordar esta obra maestra.

Gran novela de Thomas Mann. La lees y piensas lo difícil que puede ser igualarla en cine. Luego ves la adaptación de Visconti, y asciendes al paraíso. Ya puedes morirte, morirte mientras ves la perfección, la belleza suprema, como murió Aschenbach; una belleza que al igual que en el caso de Gustav, jamás podremos alcanzar, nunca será nuestra, pero me conformo con verla y tenerla presente en mi cabeza.

Muchísimas gracias Luchino, donde quieras que estés; y muchas gracias Jorge, por hacerme recordar esta JOYA cinematográfica una vez más, por volver a emocionarme y hacerme llorar.

P.D. Muy bueno el texto, tocayo ;)

Jorge López Fernández dijo...

Me alegro de que te haya gustado el texto, paramétrico. Yo creo que no es de los mejores que he hecho, pero es que esta película me viene grande; tendría que verla tres o cuatro veces para poder apreciarla al 100%, y de momento sólo la he visionado una vez.

Lo que tengo claro es que un film magnífico, de eso no me cabe duda, aunque los flashbacks no siempre me pareciesen adecuados. Una gran obra de Visconti y Mann.

Espero que te sigas pasando por el blog de vez en cuando. Un abrazo. :-)

Liliana dijo...

Ante todo, gracias por la dedicatoria. Y felicitaciones por el avance del blog que ahora no sólo tiene más críticas, sino una plantilla muy atractiva. Has logrado combinar muy bien los textos con las imágenes y le has encontrado la vuelta a los epígrafes de las fotografías.

"Muerte en Venecia"... Para mí hubo un antes y un después en el cine que he visto, a partir de esta película, por eso me apasiona compartirla con quienes aman el arte cinematográfico.

Es cierto que los flashbacks no tienen la altura de la narración del presente, pero creo que son necesarios para asociar al compositor con Mahler (él también perdió una hija) y mostrar la vida común que hacía este hombre.

El encuentro con Tadzio. Suelen darle peso a la inclinación homosexual de Aschenbach, y muchos dicen que ese es el tema de la película... Pero no, para mí, no. Para mí el tema es esa búsqueda de perfección, esa búsqueda de la belleza, que en el caso del compositor le permite plantearse si la belleza "nace o se hace". En fin, esta película es muchísimo más compleja que eso y, quizá también por ello, es maravillosa. Una obra de arte de un exquisito Visconti, que no tiene nada que envidiarle al gran Thomas Mann.

Dirk Bogarde está sublime. Tanto, como en "El sirviente". No te la pierdas.

Jorge López Fernández dijo...

Yo no creo que el tema central de la historia sea la homosexualidad de Aschenbach, sino la película me habría parecido fallida como adaptación, y ni muchísimo menos. Simplemente quise apuntar que la novela me pareció más ambigua cuando la había leido completa, y ese detalle me había encantado. Quizás ahora si la volviese a leer sacase otra impresión, quién sabe...